Todas las familias tienen unas determinadas fortalezas y debilidades, lo importante es que reconozcamos cuáles son para poder trabajar sobre ellas y mejorar el clima familiar.
El hecho de expresar lo negativo de uno mismo (debilidades) y no ser consciente de lo positivo (fortalezas), produce una idea negativa de la capacidad que uno tiene de hacer frente a las situaciones difíciles. Si una persona no identifica o no cree en su capacidad para solucionar una situación, no hará nada para solucionarla.
Si para el mantenimiento de la estabilidad de cualquier familia estos problemas suponen un arduo trabajo, en la familia con algún afectado por Trastorno por déficit de atención e Hipercatividad (TDAH) en donde los problemas se multiplican, dicho mantenimiento de la estabilidad supone un trabajo multiplicado, pero es fundamental procurar conseguirlo.
Ser padre es algo que nadie nace sabiendo. De pronto un día lo eres y ya está. Tienes que ir aprendiendo a serlo sobre la marcha. Aprendiendo de los errores que cometes, de cómo os comunicáis, del tiempo que pasáis juntos, de tu hijo.
Nadie ha dicho que ser padre sea algo fácil. Implica mucho tiempo, sacrificio, dedicación, sufrimiento y paciencia. Además cuando tu hijo padece un trastorno como el TDAH seguramente esa dedicación, sufrimiento y paciencia se vean multiplicados por mil. Ser padre puede entonces convertirse en algo realmente agotador y te puedes sentir impotente y frustrado ante un "no sé qué más hacer o decir". No te preocupes, todo esto es normal.
Una vez han diagnosticado a tu hijo, sentirás un alivio por saber qué es lo que le sucede y porqué. Sin embargo no es momento para relajarse y pensar que ahora que tiene un diagnóstico y que está en manos de especialistas, tu labor en su evolución no es importante. Porque en ese momento es cuando de verdad empieza lo duro.
A partir de ahí los padres se convertirán en verdaderos expertos, técnicos y profesionales sobre el trastorno, en especialistas en técnicas de modificación de conducta cognitivo-conductual, para poder trabajar con su hijo en el rendimiento y ayudarles a tener una oportunidad. Ya sea en el momento en el que los niños se enfrentan al problema, o un poco antes para prevenirlo o después de que suceda, para corregir y que aprendan de los errores.
En definitiva, los padres son el factor protector más importante para reducir el impacto del TDAH.
Alguna vez te has preguntado ¿Qué necesitan los niños con TDAH para que la familia, el entorno, las costumbres, la comunicación, la relación y las pautas educativas sean las adecuadas a las dificultades del TDAH, de forma que reduzcan el impacto negativo del trastorno y les faciliten las experiencias de éxito y los aprendizajes?
Como padres hay muchas cosas que podemos hacer para ayudarles… pero primero hay que entender qué es lo que les pasa…
¿Somos realmente consientes de todo
lo que enseñamos a nuestros hijos?
Los niños, a lo largo de su vida, aprenden y se desarrollan en diversos contextos (escolar, familiar, social). En sus primeros años, será en el contexto familiar donde comenzarán a aprender a relacionarse, a comportarse y a diferenciar lo bueno de lo malo.
Por ello, la familia y especialmente los padres, deben ser conscientes de que el niño aprende más de lo que observa y ve de lo que ocurre a su alrededor (cómo actúan, se comunican, cómo se relacionan, cómo resuelven situaciones o problemas...) que de lo que se le dice, o a través de las normas que se imponen.
En muchas ocasiones, dentro de los hogares no se dan las situaciones ideales, o no siempre es posible mantener la coherencia que se desearía. Tener un mal día dentro o fuera del trabajo, sentirnos cansados, estar bajo anímicamente, sentirnos furiosos, etc., puede dar como resultado que nuestra forma de actuar no sea precisamente modélica.
Pero como modelos directos deben saber que comportarse de manera tranquila, no levantar la voz, desarrollar un clima familiar cálido, alegre y seguro, acordar las normas conjuntamente y de manera clara y estable, llevar acabo nuestras responsabilidades a pesar de nuestro cansancio, procurar comunicarse de forma afectiva, escuchar de forma activa e intentar arreglar un problema de las forma más operativa, son actuaciones positivas que estamos transmitiendo de manera consciente e inconsciente a nuestros hijos.
Para conseguir esto, es fundamental que los padres lleven a cabo un análisis individual, como pareja y como padres de aquellas cosas que deberían modificar, aprender, reaprender, corregir o evitar. Identificar los errores propios y asumirlos es un proceso costoso, y que en ocasiones requiere ayuda por parte de un persona externa (una pareja, un amigo/a un terapeuta, un grupo de terapia..), pero ser conscientes de que algunos comportamientos, actitudes o pensamientos propios no son beneficiosos, son contradictorios o resultan poco funcionales, es el primer paso para establecer una modificación conductual, nuevos hábitos y rutinas y desarrollar acciones más productivas.
Igualmente como pareja los padres, deben observar, modificar y mejorar aquellos aspectos que no funcionan del todo bien, como la comunicación, el trabajo en equipo, el reparto de autoridad o el reparto de responsabilidades. Trabajar juntos el cambio puede resultar una experiencia más sencilla y atractiva, ya que se trabaja de manera conjunta por un objetivo compartido.
La familia encuentra dificultades en conseguir esto de manera continuada. Para intentar mejorar el ambiente, las familias deben de tener la intención de asimilar sus errores y aprender a autoevaluarse.
Comportarse de una manera tranquila sin levantar la voz, para poder lograr una cierta tranquilidad en la comunicación con todos los componentes de la familia hay que aceptar que todos nos equivocamos e incluso que hay momentos en los cuales todos perdemos los nervios.
Para su bienestar, el niño ha de vivir/respirar un ambiente familiar de comunicación y respeto entre todos los miembros de la familia. Si el niño vive desde pequeño situaciones en las cuales se le escucha y se tiene en cuenta lo que dice y percibe lo mismo en todos los miembros de la familia, aprenderá la importancia de escuchar a los demás.
Desarrollar la habilidad de la empatía. Si observa y vive los sentimientos de las personas que quiere, poco a poco le será más fácil preocuparse y ponerse en el lugar de los demás. El desarrollo de esta habilidad le ayudará en sus relaciones sociales.
Debemos evitar conversaciones indiscretas y críticas no constructivas tanto hacia el propio niño como hacia cualquier otra persona y mucho menos, en este último caso, delante de él.
Crear un clima familiar cálido, alegre, tranquilo y seguro. Todos necesitamos en algún momento expresar nuestras emociones, pero debido a que los niños con TDAH requieren de una mayor estabilidad emocional, debemos esforzarnos en cumplirlo con mayor intensidad.
Es fundamental que desde los primeros años los padres traten de estimular la expresión de las emociones. Para estimularlas es imprescindible que los padres expresen habitualmente delante de sus hijos como se sienten, pero con tranquilidad (poniendo en palabras sus sentimientos) y a que se debe ese sentimiento (las cusas/motivo por el que se sienten de esa manera).
A la hora de intentar establecer normas y límites es importante tener en cuenta las costumbres de la familia para poder ver que se puede mejorar. Es decir, dependiendo de las características de la familia (por ejemplo, de los miembros que la componen, de las horas que los padres pasan en casa, de si tienen a una persona al cuidado de sus hijos?) se podrán adecuar las normas a las circunstancias particulares de cada familia.
El primer paso para que la familia pueda establecer normas y límites adecuados a las circunstancias particulares, es la auto-observación de la conducta individual y familiar con actitud crítica constructiva. Es decir, ante las diversas situaciones que se producen en el ámbito familiar, los miembros de la familia deberán reflexionar sobre cómo actúan y las consecuencias de sus actuaciones. Así podrán modificar aquellas conductas que no favorecen las relaciones entre los propios miembros de la familia.
Las rutinas diarias y los comportamientos estables ayudan a los niños con TDAH por su dificultad de recordar las normas y llevarlas a cabo, al saber que es lo que tienen que realizar en cada momento del día y cuáles son las normas/límites que hay que respetar. Por ello, cuando se instaure una nueva norma, es imprescindible para que el niño la respete, que se le explique el por qué de esa nueva norma, en que situaciones del día a día habrá que tenerla en cuenta?
Compartir tareas y responsabilidades entre los miembros de la familia, para que todos los miembros se sientan útiles en el quehacer cotidiano. Los padres deberán tratar de encargar tareas a su hijo que pueda realizar y no le supongan un gran esfuerzo mental ni físico (por ejemplo, que baje la basura a una hora determinada, que ponga la mesa, que ordene su habitación).
Encontrar momentos para compartir actividades de ocio entre los miembros de la familia. Dedicando estos tiempos de ocio estaremos demostrando interés por crear más lazos de unión, puesto que son momentos para disfrutar y comunicarse de manera afectuosa. Estas actividades deben ser del agrado de todos y elegidas por consenso.
A los TDAH en el colegio se les describe “básicamente es un niño vago e inmaduro” y cuando los padres le dicen al profesor que trabaja y estudia bastantes horas en casa, que en casa lo sabe y no se explican lo que ocurre en el examen (se lo sabe para un 9 y saca un 3), los profesores no lo creen, la explicación más cómoda y rápida, es un vago, y no lo hace porque no quiere.
El TDAH genera altos niveles de Ansiedad y depresión, pues viven en una continua incertidumbre, no controlan lo que hacen y no ven las consecuencias.
Es responsabilidad del profesor, plantearse que hay algo que no encaja, que puede existir un problema y no desentenderse echando la culpa a los padres o pensando que mienten y que quieren defender a su hijo. Es probable que haya algún caso que así sea, en alguno acertarán, pero muchos de esos casos son alumnos que probablemente tengan TDAH. Cuando habla cuando no le corresponde o interrumpe a otros cuando hablan, cuando se mueve continuamente, cuando molesta o pica a los compañeros, cuando no acata las normas, no respeta el turno en juegos, actividades, conversaciones… decimos que los padres le consienten demasiado, que se lo dan todo hecho y que el problema está en casa, el niño no tiene ningún problema.
Una vez diagnosticado y tratado, pensamos que el niño ya no tiene nada…. Nada más lejos de la realidad (el que es miope lo es toda la vida y aunque las gafas le ayuden a ver mejor, lo cierto es que sus ojos no funcionan bien y nunca va a ver igual que otra persona que no padece miopía) y dependiendo del grado de afectación la mejoría con la medicación será total o solo, en los casos más severos, parcial. Siempre van a tener problemas con la organización, la planificación, demorar las recompensas, actuar para el futuro, en mayor o menor grado esto va a ser siempre así.
El TDAH genera altos niveles de Ansiedad y depresión, pues viven en una continua incertidumbre, no controlan lo que hacen y no ven las consecuencias.
Dada la frecuencia del trastorno de TDAH los profesores deben estar familiarizados con el tipo de dificultades que generan en el aula estos niños, para saber identificarlos a tiempo y poner en marcha los mecanismos necesarios para ayudarles.
Las retahílas típicas que acompañan la valoración que padres y profesores hacen de estos niños incluyen comentarios como:
"Llega tarde, tiene dificultad en hacer planes, parece que no escucha, está en las nubes, no se puede concentrar, salta de tarea en tarea, deja las cosas a medias, no termina los trabajos, comete errores por no prestar atención en los detalles, se olvida de las instrucciones, se distrae con facilidad, es desorganizado, evita tareas que requieren esfuerzo mental, no siempre encuentra lo que buscan, rompe cosas, pierde cosas, es inquieto, se mueve todo el rato, se aburre con facilidad, no se mantiene sentado durante mucho tiempo, tiene dificultad para divertirse en silencio, a menuda tararea, interrumpe la clase, habla y actúa a menudo sin pensar, ve las consecuencias de sus actos cuando es tarde, es irritable, necesita supervisión constante, discute y contesta, responde de forma impulsiva, sus esfuerzos se frustran fácilmente, no sabe perder, siempre quiere ganar, se pelea por cualquier cosa, no sabe esperar su turno, a veces es rechazado por sus compañeros, exige inmediata satisfacción a sus demandas, tiene poca tolerancia con la frustración, está a la defensiva a menudo".
Muchos profesores también se dan cuenta de la baja autoestima de estos niños, provocada por constantes fracasos, ansiedad, problemas de conducta social y problemas de inadaptación.
PERO NO TODO ES NEGATIVO: los niños con DAH puedes ser muy espontáneos, mas divertidos que otros niños, muy cariñosos, optimistas, inteligentes, curiosos, honestos (dicen lo que piensan), imaginativos y muy creativos, colaboradores, ambiciosos, apasionados, aventureros, sensibles, extrovertidos, intuitivos, persistentes y un sin fin de adjetivos positivos más. Tienen mucha energía, una gran memoria, aunque no se acuerden donde se han dejado los libros de texto, pueden perdonar fácilmente, pueden hacer muchas cosas al mismo tiempo, pueden crear orden del caos, pueden pensar soluciones ocurrentes para resolver problemas, siempre están dispuestos a ayudar y hacer nuevos amigos, se llevan bien con los adultos, les gusta arriesgar y probar cosas nuevas, no son conformistas.
En principio puede parecer una sobrecarga inasumible para muchos profesores hacer adaptaciones para los niños con TDAH, con la cantidad de niños a los que tienen que atender a la vez en clase. Sin embargo, en la mayoría de los casos de TDAH (no muy graves, y sin otra patología asociada), pequeñas modificaciones en la manera de estar con ellos en clase, en la forma de enseñarles y supervisar la ejecución de su tarea, y algunas adaptaciones a la hora de evaluarles, pueden ser muy rentables tanto para el niño como para el profesor. El niño se sentirá mejor, más comprendido, más motivado, más competente, y rendirá de forma más acorde a sus capacidades. Para el profesor, habrá más tranquilidad en el aula, tendrá menos interrupciones, no tendrá que andar corrigiendo comportamientos inadecuados tan frecuentemente, y se sentirá más satisfecho como docente al mejorar el aprendizaje de este grupo de alumnos. Suele requerir menos esfuerzo prevenir que lidiar con un niño con TDAH no adecuadamente atendido.
Estos niños son el perfecto ejemplo de que, no teniendo una discapacidad, necesitan unas medidas diferenciales en la metodología de enseñanza para poder tener un aprovechamiento adecuado. En términos educativos, se salen de la normalidad, el mismo sistema que a la mayoría de los niños puede ser eficiente, para estos niños no sirve. El sistema educativo debe tener la flexibilidad y creatividad necesarias para poder asumir la enseñanza de estos niños en un entorno normalizado.
Igual que ponen a prueba la capacidad educativa de los padres, los niños con TDAH ponen a prueba la capacidad del sistema educativo para amortiguar sus dificultades sin hacerles más daño. Los planes de convivencia en los colegios, los reglamentos disciplinarios, la unificación de criterios entre el profesorado a la hora de dar una respuesta a los problemas de los niños, los programas que permitan aprender metodología de estudio y no solo contenidos académicos, son imprescindibles para dar cabida a estos niños sin estigmatizarles ni sacarles del entorno educativo normal.
Los profesores no pueden tener la responsabilidad de diagnosticar a estos niños, ni el nivel de su alteración, la presencia o no de complicaciones añadidas, etc. No es su competencia ni motivo de su formación. Pero sí deben tener la capacidad no solo de explicar su materia, sino de captar las capacidades y dificultades de sus alumnos en el proceso de aprendizaje. Deben poder identificar qué tipo de inteligencia tiene el niño y si ésta le supone alguna traba para acceder a la información que tiene que aprender en cada etapa educativa. La identificación de los niños que podrían tener algún problema de TDAH, o de niños en general que no tienen capacidad para adaptarse al sistema educativo estándar, sí es su competencia. Deben ser capaces de detectar qué niños no son capaces de atender lo suficiente como para aprender lo que se les enseña, o no pueden controlar la ejecución de las tareas de forma organizada, o no son capaces de retener la información de forma adecuada, o no parecen modificar su comportamiento a los resultados, o razonan de una forma extraña, o infantil, no pudiendo elaborar los trabajos de forma correcta para su edad.
La identificación de niños con problemas para aprender dentro del sistema existente en una clase debe llevar a:
El profesor está en una posición privilegiada para detectar los problemas de TDAH de los niños, ya que éstos se manifiestan de forma muy clara en la vida escolar. Por ello, además de dar una respuesta educativa, el profesor, o el colegio, debe implicarse en que los padres conozcan esta dificultad de sus hijos y tomen las medidas adecuadas para su manejo. Esto implica buscar la ayuda clínica necesaria, y obtener la información y herramientas que les ayuden a ellos en su tarea educativa en el entorno familiar. Los padres reciben muchas veces la información de que sus hijos tienen dificultades o características propias que dificultan su aprendizaje de una manera más tranquila cuando ésta información viene del colegio, que cuando viene de un médico o psicólogo por primera vez.
Que la información llegue del colegio evita la estigmatización que muchos padres sienten de inicio cuando se les habla de un trastorno mental en su hijo. Además, aumenta la confianza de los padres en que el colegio está atento a los problemas de los niños, y no establecen conclusiones erróneas respecto a la capacidad educativa de los padres sin estudiar adecuadamente la situación.
Aportar y enseñar a utilizar, y practicarlo hasta su automatización, muchos elementos de organización: carpetas clasificadoras, calendarios, agendas, recordatorios visuales, listas, etc. En general, utilizar material muy estructurado y un aprendizaje programado
No sirve de nada mandar muchas tareas para casa. Los niños hiperactivos no deben tener más carga de trabajo que los otros en casa. Además, tardan más tiempo en hacer lo mismo que otros.
Necesitan aprender y practicar técnicas de estudio más que insistir en los conceptos; no suelen tener dificultad en comprender éstos.
Respetar el tiempo fuera de la escuela como un tiempo necesario para otras actividades, sean educativas directamente, en forma de aprendizaje de otras materias no contempladas en el curriculum académico, sea para actividades de ocio, eventos familiares, etc. Para ello sería necesaria una planificación desde el colegio de las tareas que se va a pedir a los niños que realicen fuera del colegio con una cierta anticipación, para que las familias puedan organizarse el tiempo de deberes en casa conjugándolo con el resto de la vida cotidiana.
Insistir en la coordinación casa-colegio
Concretar lo máximo posible los problemas, hacerlos físicos, materiales, más que abstractos
Dividir las tareas en pasos pequeños
Para paliar su problema con el manejo del tiempo el uso de referentes temporales como relojes, calendarios, etc., ayuda mucho
Los refuerzos materiales, inmediatos, son muy útiles
El colegio adecuado para los niños hiperactivos
No hay un tipo de colegio único para los niños hiperactivos, pero sí hay determinadas características que cualquier colegio donde quieran enseñar a niños hiperactivos debe cumplir.
Debe ser un colegio normal, y exquisito en cuanto a su capacidad para:
Además de utilizar la agenda para que anote los tareas y para comunicarse con los padres, usenla para anotar las positivas. No utilicen la agenda solo para anotar las incidencias negativas.
Necesitan que les recuerden y que les avancen las cosas. Les tranquiliza saber lo que esperamos de ellos. Los niños con DAH necesitan que se les digan las cosas más de una vez. Hagan un calendario y listas de actividades, tareas y exámenes tan predecible como sea posible y colóquenlo en la pizarra o en el pupitre del niño. Anuncien los cambios con suficiente antelación. Subrayen en las tareas lo que es importante. Asegúrense de mirarle a los ojos lo más posible cuando encarguen algo importante y cerciórense que se da por enterado. Sería de gran ayuda para los padres que los profesores se asegurasen de que las tareas para casa han sido anotadas debidamente y que se lleva a casa los libros y cuadernos necesarios para realizarlas.
Asegurense que tiene apuntadas las fechas de los examenes.
Supervísele de forma especial durante los exámenes ayudándole a controlar el tiempo del que disponen y peguntándole si comprenden las preguntas. Los niños con DAH tienen un pobre concepto del tiempo, y muchas veces emplean demasiado para completar una tarea dejando otra sin terminar.
No les den mucho volumen de trabajo o muchos deberes al mismo tiempo. Planifiquenselo o divídanselo en tareas más pequeñas.
Estudian y obtienen información, pero no la procesan de forma ordenada, lo cual les lleva a perder detalles de esa información obtenida, quedándose incluso en muchas ocasiones con la mente en blanco. Simplemente una frase que no les aparezca ahí puede hacerles perder toda la secuencia en la que se encontraba centrado. Esto hace que a la hora de los exámenes, sobre todo en los escritos, presenten tantos errores. No piensen que no han estudiado ni lo han preparado suficientemente, él seguro que sabe más de lo que demuestra. Asegúrense de ello durante las evaluaciones y no le evalúen solo por lo que demuestre en un examen o dos. Enséñenle los exámenes y háganle saber cuáles han sido los errores, u envíen los exámenes a casa corregidos, para revisarlo con su tutor o los padres.
Su condición de DAH hace que les lleve más tiempo que a los demás niños realizar algunos tipos de examen, sobre todo los escritos. Con más tiempo, y menos presión, pueden dar grandes sorpresas de conocimiento. Si es posible, dénles mas tiempo en los examenes.
Alrededor de un 3% de la población es hiperactiva y un 13 % inatenta.
Todas las personas somos diferentes. Según parece deducirse de los estudios realizados en los últimos años, los niños hiperactivos tienen alguna parte del cerebro que funciona de manera distinta a la mayoría. Esta diferencia no constituye en sí una enfermedad, como tradicionalmente se entiende este término; sencillamente el cerebro funciona de otro modo y esto conlleva en las personas hiperactivas la necesidad de moverse con cierta frecuencia, además, de tener que cambiar el foco de su atención cada poco tiempo.
Suele decirse también que las personas hiperactivas son muy impulsivas, pero en parte se trata de la misma dificultad para mantener la atención: bien sea para realizar tareas motrices largas, bien para realizar tareas cognitivas largas. Los niños hiperactivos reflexionan perfectamente. La motivación y la alerta hacen que puedan controlar los impulsos mucho mejor.
En la niñez el TDAH es un factor de riesgo para el fracaso escolar. En la adultez la condición de DAH, bien vehiculizada, puede ser un elemento de progreso social y laboral. Los hiperactivos suelen ser muy apreciados por su alto nivel de trabajo.
Existen algunos medicamentos que ayudan al niño con DAH a mantenerse más atento y quieto, lo que redunda en su beneficio, al permitirle aprender, pero no pueden considerarse ´medicamentos que curan`. No resuelven un defecto de base, una herida o lesión. Son más bien una prótesis que en algunos casos permiten un desarrollo mejor.
No todos los niños hiperactivos necesitan medicación. En niños pequeños, con un trastorno no grave, las medidas ambientales, pedagógicas y educativas pueden ser suficientes para que el funcionamiento del niño sea satisfactorio. La medicación no es un recurso para mejorar las notas , para que el niño esté quieto o para convertir al niño hiperactivo en un niño estándar. Debe ser una herramienta para poder permitir un adecuado aprendizaje, para poder poner en marcha otras medidas pedagógicas y que éstas sean útiles.
Los medicamentos deben ser prescritos por un psiquiatra o neurólogo especializado en la atención a niños, con un seguimiento frecuente y cuidadoso en cuanto a las dosis, frecuencia de toma, efectos secundarios. Hay muchos tipos de medicación, algunas son eficaces en un momento de la vida y no en otro, cada niño responde de una manera diferente a las distintas clases de medicación.
Los profesores están muchas horas al día con los niños, y en una situación donde es fácil observar tanto los efectos positivos de la medicación, como los negativos. Su información a los padres es muy valiosa.